miércoles, marzo 15, 2006

Planetary, arqueologos de lo imposible.

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Levantarse, afeitarse, desayunar: la vida corriente es abrumadoramente desabrida y deja un sabor a plomo en la boca. Recurrimos, entonces, a la imaginación como forma de abstraernos del gris ámbito de la cotidianidad. Identidades virtuales (con todo y que cambiarlas me parece un rasgo eminentemente esquizofrénico), delirantes elucubraciones, astrofísica, sueños de poder, ciencia ficción. Normalmente, la ficción de uno y otro autor no coexisten en la misma realidad, componen dimensiones diferentes donde cada una tiene sus héroes secretos. Sin mas mierda que hablar, y sin la menor intención de ser objetivo, les presento Planetary.
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Planetary es una maxiserie de 24 capítulos escrita por Warren Ellis, conocido por su peculiar punto de vista explotado en Transmetropolitan, y dibujada con el limpio e hiperrealista trazo de John Cassaday, el primer numero de los cuales fue publicado en 1999 bajo Wildstorm, y que se ha visto abocado a una periodicidad trimestral en EU, en el mejor de los casos, gracias a la apretada agenda de sus creadores. Esto ha generado que, incluso, se haya suspendido su publicación en Latinoamérica, dejándonos a merced de las costosas publicaciones españolas.

La serie esta compuesta por episodios autoconclusivos pero que, una vez estructurados con el resto de historias, conforman un panorama maravilloso y que, de paso, sirve de repaso a la ficción de los últimos 200 años. La historia esta brillantemente concebida, las dosis de misterios, violencia y paranoia conspiratoria van formando, a medida que esta avanza, un claro esbozo de los personajes. De la misma forma se desarrolla el conflicto subyacente, incrementando la tensión y logrando, así, emocionar al espectador. Una nueva obra maestra.

La historia inicia cuando Jakita Wagner, líder de campo de Planetary, una organización clandestina que ha tomado el trabajo de catalogar todos los misterios, mitos y la historia oculta del planeta, contrata al centenario e irritable Elijah Snow, quien vive de ermitaño en una cabaña en mitad del desierto. Él, aun cuando no guarda recuerdos de su ultima década de vida, acepta trabajar para la organización, dadas las posibilidades de desaparecer de todas las bases de datos del planeta. Así, entra a la organización como reemplazo del “tercer hombre”. La organización es infinitamente rica, tiene sedes en todo el mundo y fue fundada por el mítico “cuarto hombre”, del cual no se conoce la identidad, como en cualquier teoría conspiratoria: Él podría ser Bill Gates o podría ser Hitler. Se embarcan, entonces, en una aventura donde descubren una computadora que traza el multiverso y su custodio, Axel Brass, un claro homenaje a Doc Savage, quien sobrevivió al combate entre los heroes pulp, Tarzan, the Shadow, Operator 5, Tom Swift, G8 y Fu Manchú, y una JLA que los siguió a través del mar de realidades.
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La última de las isla Kuriles llena de monstruos Kaiju Eiga: Godzilla, Rodan, King Ghidorah. Un deposito de discos duros que almacena fantasmas como si fuera información. Los restos de una nave para viajar entre las realidades, siguiendo la estética presente en Flash Gordon, manejada por un convaleciente, mezcla de Captain Marvel y Thor. Julio Verne, el Nautilus, the Gun Club y el centenario retorno de la cápsula que fue de “la tierra a la luna”, Galactus, la entidad cósmica del universo Marvel... es increíble la cantidad de referencias, homenajes e, incluso, criticas sarcásticas a todo el imaginario de la ficción, desde Hulk, Tarzan, the Lonely Ranger, el cine de ciencia ficción de los 50´s de películas como Them!, the amazing colossal man, the attack of the 50 feet woman, los Fantastic 4, Green Lantern, Wonder Woman, Superman, Captain America, Nick Fury y James Bond hasta Sherlock Holmes, Drácula, Victor von Frankenstein, John Griffin (el hombre invisible), Robur el Conquistador, Carnacki el cazador de fantasmas y H.G. Wells en un sendo homenaje a the League of extraordinary gentlemen, de Alan Moore, de quien también es homenajeado Swamp thing, junto al John Constantine de Jaime Delado y the Sandman de Neil Gaiman. De esta forma los personajes actúan como arqueólogos, desenterrando restos, trazando el mapa secreto del mundo.
Ellis dota a sus personajes de una personalidad fuerte y consistente, propietarios de diálogos que rebosan humor negro y sarcasmo. En conclusión, una serie genial.

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