“Utilizando un taladro de alta velocidad se hace un agujero pequeño a una bola de ping-pong. Con una aguja hipodérmica se procede a llenar la bola con Drano líquido. Se sella el agujero de la bola con pegamento. La bola es luego introducida en el tanque de gasolina del auto en cuestión. En 30 minutos la gasolina destruirá la bola de ping-pong permitiendo que el Drano entre en contacto con la gasolina causando una reacción explosiva”
viernes, abril 28, 2006
miércoles, abril 26, 2006
Outò
Outò, ba mwen son ou,e, tanbouyè, o ba mwen son ou, solèy lève... Toqué el tambor en el secondé, en la ceremonia con el Houngan Rengifo. El Houngan Rengifo es muy piadoso, me dijo que buscara una reivindicación con mis antepasados y mis loa, que Legba, amo de las rutas y caminos, loa de la comunicación, le había hablado por intermedio de su montura, la mambo. Legba le dijo que Phillip debía iniciar su largo “camino”. Que era necesario que manchara de sangre sus manos para encontrar su destino, al Loa Ghede. No entiendo a que se refiere con eso. La ceremonia terminó hace media hora, acompañé al Houngan al taxi. Iba con dos hermanas, dijo que las iba a bendecir. Empecé a caminar meditando al respecto, voy a rezarle a la Virgen para que bendiga mi camino.
Outò, ba mwen son ou, e
viernes, abril 21, 2006
La casa de muñecas
Sus relatos muestran el desdén mas absoluto por la ordenación de las realidades, no narra historias directas o que se olviden al momento de leerlas, no proporciona soluciones moralistas tranquilizadoras. En su lugar, construye historias del modo en que un cocinero enajenado haría tortas nupciales, capa tras capa, escondiendo todo lo dulce y lo amargo en la mezcla – Clive Barker
The Sandman, la Casa de Muñecas, es la compilación del numero 8 al 16 de la edición norteamericana de la saga de Morfeo, iniciada en Preludios y nocturnos, igualmente escrita por Neil Gaiman, e ilustrada por Mike Dringenberg, Malcolm Jones III y Dave McKean en las portadas. Esta edición relata los hechos subsiguientes a la captura y liberación de Morfeo, a mediados de los años setenta, cuando se reencuentra, después de casi un siglo, con su hermana Muerte, y la acompaña en su tarea antes de volver a su reino en ruinas. Ya en el, su mayordomo Lucien hace un censo de los habitantes, mientras Morfeo descubre un vórtice que puede destruir el Sueño. Morfeo se dedica, primero, a localizar y castigar a las criaturas que han desertado del Sueño mientras Rose Walker, el vórtice en cuestión, busca a su hermano que escapó de la tutela de una pareja que lo maltrataba brutalmente. Termina encontrándolo, incidentalmente, en el baúl del carro de un invitado especial a una convención de serial killers, donde Morfeo localiza y destruye a uno de los arcanos mayores convertido en psicópata, el Corintio. Finalmente logra destruir el vórtice sin necesidad de tomar la vida de Rose.
Insertas en medio de esta historia se encuentran dos relatos diferentes: Tales in the Sand y Men of good Fortune. El primero relata la historia de amor y rechazo de Morfeo y Nada, a raíz del cual Morfeo convierte el Sueño en un desierto triste y vacío por siglos. El segundo cuenta la historia de Hob Gandling, quien en 1389 decide no morir. A partir de esa fecha se encuentra una vez, cada siglo, con Morfeo en alguna taberna londinense para tomarse unos tragos y contarle que ha hecho en los últimos cien años.
Introducido por Clive Barker, en este numero Gaiman logra perfeccionar el relato iniciado en Preludios a cotas máximas; la historia ha madurado y eso se hace evidente en las conversaciones, en el imaginario onírico y el perfeccionamiento de la personalidad de Morfeo, endureciéndolo y llenando de la arrogancia que lo caracteriza. Para los seguidores de la serie, argumentalmente, es uno de los mejores números. Los dibujos están mejor logrados y las hermosas portadas de Dave McKean, donde se amalgaman la pintura, fotografía, dibujo a lápiz, collage, arte digital y escultura (se publicó un numero exclusivamente con las portadas de la serie diseñadas por él) incrementan el mito de the Sandman.
Un resumen completo aquí: Doll’s house
lunes, abril 17, 2006
Lo despierta una bofetada. Aún siente el pulsar enloquecido de su sangre, la presión sobre su cerebro, la acidez en su estomago. –Maldito drogadicto, a terminar su trabajo- dice, entre dientes, el señor ?. El levantarse le cuesta mucho trabajo. El mantenerse de pie lo arroja al torrente de su sangre, al peso metalizado de sus órganos. Como si estuviera bajo la presión de varias atmósferas. Se dirige, torpe, al dispositivo portátil que tenia preparado para el control remoto del sistema, lo toma, se lo echa a la espalda y se dirige a la puerta. - No pensara ir solo, cierto?- dijo la voz del señor Ð. Abre la puerta, hip hop retumbando en las paredes, humo de marihuana que hace extrañas circunvoluciones a su paso, como las de un tunel de viento, arrastra su pesada humanidad por el pasillo en penumbras que se extiende frente a él, baja dolorosamente las escaleras y sale al frío de la madrugada.
El Eje es el nombre que los residentes en Bogota le han dado a la zona metropolitana que se extiende desde las fronteras del Páramo de Sumapáz hasta pocos kilómetros del municipio de Chocontá. Y desde los cerros orientales al municipio de Facatativa, algo así como diez mil kilómetros cuadrados de trafico de órganos, software, armas y drogas. Es posible conseguir desde un virus militar chino hasta una mina Claymore o un par de corneas. Si no se conoce el pulsar de la ciudad, es muy posible desaparecer sin dejar mas rastro que un corazón, un riñón o un hígado viviendo en el cuerpo de un drogadicto holandés o un aristócrata haitiano.
lunes, abril 10, 2006
Preludios y nocturnos
La bolsa de arena fue fácil de conseguir. Constantine le facilitó la tarea. En cambio por su corona tuvo que batirse a duelo con Choronzón, para finalmente enfrentarse al mismo Lucifer y las huestes del Infierno. Y su gema la poseía un peligroso reo del Asilo Arkham, quien termina haciendo una masacre en un restaurante de pueblo.
La historia, en apariencia, es simple, pero Gaiman logra un increíblemente lúcido y oscuro relato, a lo cual se aúnan personajes lo suficientemente desarrollados para lograr una obra maestra.
martes, abril 04, 2006
Invierno en el páramo. Los vientos helados golpean los costados de la aeronave. Una obcecada lluvia reduce la visibilidad. Es noche cerrada y la oscuridad es absoluta, viéndose solamente las luces de los indicadores de altura, de combustible, el radar y el GPS del aeroligero. A lo lejos se vislumbran las luces de los cuarteles generales de Dyncorp, Archivo, una corporación dedicada a la administración de información, y el centro informático del Ministerio de Justicia, y Æ no entiende como carajos puede alguien trabajar acá. El aeroligero vuela a pocos metros de altura del piso, y las formas angulares de su fuselaje hacen posible el desvío de las ondas del radar de Dyncorp. La más mínima detección de la aeronave puede desencadenado un infierno de fuego antiaéreo que la derribaría como famélicos bajo el efecto del gas Sarín.
Descienden del aeroligero, a unos trescientos metros del enrejado del edificio principal, deslizándose por cuerdas de nylon prensado. Se arrastran hasta los caballos de friza y de ahí al borde de la cerca. Uno de los operativos, un tal ¥, le pone un silenciador a su arma, se pone de pie rápidamente e hace dos disparos. Algo cae a unos cincuenta metros, y el pensar que se trata de un ser humano produce en Æ una vaga sensación de nausea. No esta preparado para matar gente, nunca será igual a cazar las extintas perdices. Pero ha escogido un mal momento para notarlo. En todo caso, instinto de soldado, le pone a su arma un silenciador que le arroja ¥, y cortando la reja, penetran en las instalaciones.
Beatifica blues, Griffo & Defaux
Una especie de letanía, un ensalmo, comienza a salir inconscientemente de la boca de Æ. No es una oración, es una inefable e inexplicable compilación de todos los improperios proferidos en su contra en toda su vida, en todos los idiomas que conoce. Desea, lo había aprendido, despertar su autoaborrecimiento, y junto a él, el ánimo del guerrero. Inútil por el momento, el miedo lo ha congelado produciendo una leve capa de escarcha, como la debe producir en la superficie de las copas dispuestas para servir un martini.