Invierno en el páramo. Los vientos helados golpean los costados de la aeronave. Una obcecada lluvia reduce la visibilidad. Es noche cerrada y la oscuridad es absoluta, viéndose solamente las luces de los indicadores de altura, de combustible, el radar y el GPS del aeroligero. A lo lejos se vislumbran las luces de los cuarteles generales de Dyncorp, Archivo, una corporación dedicada a la administración de información, y el centro informático del Ministerio de Justicia, y Æ no entiende como carajos puede alguien trabajar acá. El aeroligero vuela a pocos metros de altura del piso, y las formas angulares de su fuselaje hacen posible el desvío de las ondas del radar de Dyncorp. La más mínima detección de la aeronave puede desencadenado un infierno de fuego antiaéreo que la derribaría como famélicos bajo el efecto del gas Sarín.
Descienden del aeroligero, a unos trescientos metros del enrejado del edificio principal, deslizándose por cuerdas de nylon prensado. Se arrastran hasta los caballos de friza y de ahí al borde de la cerca. Uno de los operativos, un tal ¥, le pone un silenciador a su arma, se pone de pie rápidamente e hace dos disparos. Algo cae a unos cincuenta metros, y el pensar que se trata de un ser humano produce en Æ una vaga sensación de nausea. No esta preparado para matar gente, nunca será igual a cazar las extintas perdices. Pero ha escogido un mal momento para notarlo. En todo caso, instinto de soldado, le pone a su arma un silenciador que le arroja ¥, y cortando la reja, penetran en las instalaciones.
Beatifica blues, Griffo & Defaux
Una especie de letanía, un ensalmo, comienza a salir inconscientemente de la boca de Æ. No es una oración, es una inefable e inexplicable compilación de todos los improperios proferidos en su contra en toda su vida, en todos los idiomas que conoce. Desea, lo había aprendido, despertar su autoaborrecimiento, y junto a él, el ánimo del guerrero. Inútil por el momento, el miedo lo ha congelado produciendo una leve capa de escarcha, como la debe producir en la superficie de las copas dispuestas para servir un martini.
1 comentario:
Uno nunca termina por acostumbrarse a esta mierda.. este tipo de trabajos... el volar por los aíres sintiendo el puro físico miedo y la rabia sobre las planicies. Este tipo de vértigo. Mira lo que han hecho de ti, jefe.
Buena canción... principios de los locos años 90's para los Hackers y buscavidas.
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