martes, mayo 30, 2006

[Módem conectándose a la red, repique habilitando programas de protección, Domain servers in listed order: DNS-01. 152.163.199.42, DNS-02. 152.163.199.56, DNS-ans.net 198.83.210.28, conexión a servidor proxi, « Tracert dns-01 » Tracing route to dns-01. [152.162.199.42], envío de paquetes a servidores esclavos, sobrecarga de servidores, volcado y reenvío de packets, sonido de automóviles, ascensores, aviones, raves, vendedores ambulantes, guadañadoras, latas de cerveza, puertas, maquinas... el caos concretándose en el centro de todo. Calor y ruido. Velocidad in crescendo].

Desconexión.

Al terminar el trabajo, levanta la cabeza, sudorosa, y emite un suspiro de profunda satisfacción. Es entrada la mañana, las ocho y treinta aproximadamente, de un día hermosamente soleado. Gran cantidad de gente circula por la zona, la mayoría ejecutivos de pulcros vestidos Versace o Ralph Laurent. Es una elegante zona de la ciudad de edificios de plata azulada, de árboles ornamentales y autos lujosos. En el cielo hay mucho movimiento, dos helicópteros artillados sobrevuelan a baja altura, y un contingente de soldados bien armados desciende velozmente de un transporte blindado a unos pocos metros, desplegándose e iniciando requisas selectivas. Æ se asusta. Esconde rápidamente su maquina en un maletín que para tal efecto llevaba, sale disimuladamente de la cabina telefónica y se dirige a un callejón, intentando lo más posible pasar desapercibido, no notando que llama exageradamente la atención. Escucha un grito a su espalda, alguien que tronaba con voz recia –Deténgase ahí!- Un avión de papel fabricado por las manos de un niño, y víctima de su alegría, es arrojado desde el duodécimo piso de una pirámide de cristal. El avión desciende, siguiendo una corriente de aire que surca verticalmente el edificio, y, mientras se escucha el tableteo de un arma automática, hace una graciosa curva hacia arriba, para volver a voltear, descendiente, incesante e incansable, hasta el piso de concreto donde ha de estrellarse y empaparse de sangre. La sangre de Æ.

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viernes, mayo 26, 2006

23 (II)

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Automatic Kafka, Joe Casey & Ash Wood

Volvimos a discutir cuando atardecía. Mi novia quería que lo viéramos, el atardecer, y yo estaba mirando una peli de Charles Bronson. Bueno, ella peleaba, yo intentaba ver la película, entonces arrojé un cenicero que se despedazó contra la pared, cerca de donde ella estaba parada. Se quedó pasmada. Y mientras sucedía una masacre en la televisión, me quedé dormido, y cuando desperté, a medianoche, se había largado. Una nota en la mesa decía que terminábamos. Me puse de pie, ya normalizado el metabolismo, me lavé la cara y las axilas, me puse un pantalón de cuero manchado de barro y algo que parecía ser sangre que encontré bajo la cama, unas pesadas botas y una camiseta Lacoste azul, sin mangas, agujereada. Me fumé un ultimo cigarro, claro, si uno se llega a fumar un ultimo cigarro alguna vez, y salí a la calle. Instantáneamente me arrepentí de no haber sacado una chaqueta. Me estoy buscando una bronconeumonía.

Rodé un poco entre la Caracas y la séptima, entre la 19 y la 26 antes de encontrar a un puto dealer. En esta zona abundan, como en toda la ciudad, pero casi no encuentro a uno. Adicionalmente me ofreció los servicios de todo un séquito de damiselas, cinco servicios por diez dólares. Pero no suelo gastarme en putas lo que podía gastarme en aguardiente y cocaína. Compré un par de bolsas, media botella de aguardiente, un paquete de Marlboro nacional y finalmente me lleve a una puta, blanca, muy flaca, pero con unas bonitas teticas. Me gustaban sus ojos, de un azul tristísimo, el tipo de persona que uno se imagina que siempre esta sufriendo por algo. Además le gustaba el Parliament. No hicimos nada. El maldito me vendió una coca muy mala, mucho bicarbonato, lactosa y sacarosa. Con un poco de agua y levadura el cabrón podría haberme vendido masa para pan. Voy a sacarle los ojos.

Lo encontré al lado de un holograma defectuoso que promocionaba sensores auditivos subcutáneos, ideales en un sistema de estimulación simulada. El cabrón estaba manoseando a una de las putitas, a la cual tenía arrinconada contra la pared de un contenedor naranja convertido en una compraventa de hardware. Esperé, observando desde media cuadra, y, no se porque, algún impulso adrenalínico, caminé directo a él, mirando al piso. En el preciso momento en que pasaba un tanque con liquido criogénico de Avalon Neogenics, me abalancé sobre él, lo agarré del cuello con mi mano izquierda mientras le golpeaba el rostro con una grapadora de aire comprimido. La putita gritaba detrás mío, y el grito me excitaba, y ella no paraba y yo tampoco y, cuando me di cuenta, yo golpeaba hueso sanguinolento. El cabrón a duras penas respiraba, pero no se quejaba y yo, de alguna forma, solo pensaba en lo atiborrado que tenia que estar de sedantes. Después me aclaré, mierdamierdamierdamierdamierda, me puse de pie y me di cuenta que llevaba arrodillado un largo tiempo. Volteé a mirar a la putita, que me miraba con ojos lacrimosos, y el pánico me corroía y le puse la grapadora en la frente y pulsé. Un perno de diez centímetros le atravesó la cabeza.

El destino nos da dos opciones: en la primera solemos cagarla hasta el fondo, cosa que procuramos reivindicar en la segunda, aun cuando terminemos arrepentidos de hacerlo.

Lo digo porque claro, eso paso en mi imaginación. Que creen, que soy un puto loco? Que pertenezco a esa iglesia que le dio status de profeta a Campoelías Delgado y que cada que pueden hacen una puta matanza para “homenajearlo”? Lo que realmente pasó fue que me acerqué al dealer, el escenario, sin embargo, era igual, le reclamé y el tipo, en medio de bromas al respecto, me invitó un trago de brandy de una tibia botella metálica que llevaba entre un calcetín de fútbol. Muy confianzudo, me invita a que departamos unas copas con unas “amigas”. De nuevo al envolvente hilo monomolecular de carbono de la autodestrucción.

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"Hooked!" (1966) Comic book sobre el abuso de heroína distribuido en las clínicas de metadona de NYC

jueves, mayo 18, 2006

23

Desperté un poco al escuchar una letanía proveniente de la mezquita. Volví a quedar dormido sumiéndome en ctónicos susurros, el aroma a sangre, el sabor a sal. Soñé con nombres muertos, arquetípicas construcciones en ruinas al borde de abismos, pervertidas ciudades en el centro de inmensos cráteres, poblada de gente con cicatrices y tatuajes tribales en sus rostros. Cosas que los que nos drogamos solemos ver en nuestra mente. O en bares de Tokio. Cosas de tóxicos y religión.

Cuando finalmente desperté tenia la cabeza confusa, un montón de recuerdos vagos se arremolinaban y se agitaban. Murmuraba fragmentos de sueños y me dolía todo el cuerpo, un poco de nausea me revolvía el estomago pero soy incapaz de vomitar, esa membrana que me pusieron en una clínica coreana evita que vomite cada vez que me emborracho, pero ni siquiera deja hacerlo cuando realmente deseo hacerlo. Es posible que en un par de horas este deprimido, cosa que aborrezco del éxtasis. Ya entiendo como alguien puede comerse tres o cuatro en una noche. Se me ocurre una analogía: un avión japonés de la segunda guerra despega suavemente de la pista del portaaviones Hirohito, asciende suave y brevemente para luego venirse a pique y volverse mierda contra el puente de un destructor gringo. El que se come cinco éxtasis solo quiere mantener el avión planeando sobre el Pacifico, así, tranquilamente, a sabiendas de que va a terminar vuelto una mierda.

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Beatifica Blues

El sol, entonces, calentaba mi cuarto. No tenía nada de coca para levantarme, solo incineraba cigarrillos arrojado en la cama y miraba la TV. Como una suerte de gato de Schrödinger. A decir verdad ni siquiera quería fumar, ni siquiera quería ver el asqueroso documental sobre la reproducción de la mantis religiosa.

Al finalizar la tarde me sentí un poco mal... mas bien bastante peor, entonces llamé al servicio médico para averiguar donde había un centro de atención. Es una de las cosas más absurdas de la cultura occidental: llamar a un teléfono donde contesta una estúpida maquinita que ni siquiera tiene la personalidad de un microondas “Marque cero para empezar”, “Marque uno para emergencias, dos para servicios médicos, tres para...” Pulso la puta tecla y la maquinita me da otras cuatro opciones. Ya, con menos interés, pulso otra tecla. Me da otras cinco opciones. Es cuando empiezo a blasfemar en voz baja, porque después de pulsar otra tecla, la maquina dice que las operadoras están muy ocupadas y que debo esperar en la línea. Y me contesta una tarada que no sabe de qué mierda hablo y que me comunica con la operadora, la cual me rebota la llamada a otra dependencia. Y yo, aunque soy un tipo civilizado y con modales, suelto una blasfemia que haría estremecer a un ateo y despedazo el teléfono contra la pared. Y nadie me dio una puta razón de nada. Menos la tarde de un sábado.

Así que me tocó quedarme en casa, con mi novia fastidiada porque no quería fornicar con ella, con unas inmensas ganas de vomitar y sin la menor intención de moverme.

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Planetary No. 7

viernes, mayo 12, 2006

Cinjis Kan


El cómic europeo es como el cine europeo cuando uno esta viciado de cine norteamericano: su lógica es extraña, en ocasiones el ritmo es tedioso pero sus argumentos suelen son arrolladores, bizarros y con la lucidez de un láser de rubí: en Beatifica Blues, de Jean Defaux y Werner Goelen "Griffo", en un mundo posnuclear, contaminado y terminal, la humanidad supera los molestos problemas generados por la radiación gracias a una droga que genera una peligrosa adicción. Las Aguas de Mortelune, de Philippe Adamov y Patrick Cothias, es la pesadillezca recreación de un mundo donde han desaparecido los mares, el agua se ha convertido no solo en un símbolo de riqueza sino en la única moneda vigente y matar a ciertas clases de hombres para consumir su carne no solo es legal, sino legítimamente aceptable.

Cothias se embarca, junto a Griffo, en la recreación de la historia de Gengis Khan, en la obra llamada Cinjis Kan. Narra las aventuras de Temudchin, hijo del rey mongol Yessughei, quien gracias a su empeño y una formidable estrategia militar logra convertirse en señor de las tribus mongolas y, con el tiempo, el conquistador mas grande de todos los tiempos.


Publicado por Glenat dentro de su colección Historia Gráfica, la historia es irregular. Retórico en exceso, a veces toma el cariz de las telenovelas de Telemundo donde no se le deja nada al espectador y los personajes expresan hasta el menor de sus pensamientos. Es posible que eso suceda cuando se toma el trabajo de hacer una recreación histórica, excelente, por otra parte, en un campo tan infravalorado como el comic. El trabajo grafico es impresionante, las ilustraciones que retratan al pueblo mongol, la indumentarias, los escenarios y las costumbres son brillantes.

lunes, mayo 08, 2006

“Ahora estamos en 1988. Margaret Thatcher comienza su tercer mandato y lidera sólidamente un Partido Conservador hacia el próximo siglo. Mi hija tiene 7 años y en la prensa circula la idea de campos de concentración para los enfermos del SIDA. La nueva policía antidisturbios lleva visores negros, como sus caballos, y sus furgonetas transportan videocámaras giratorias en su techo... El gobierno ha expresado su deseo de erradicar la homosexualidad, incluso como concepto abstracto. Y uno se pregunta qué nueva minoría será atacada legalmente después. Pienso en llevarme a mi familia fuera de este país muy pronto, en los próximos años. Es frío, miserable y corto de miras. Y no quiero estar aquí en el futuro.

Buenas noches, Inglaterra. Buenas noches, Servicios Sociales y la V de la Victoria.

Hola a la Voz del Destino y a V de Vendetta"

Alan Moore

History repeat itself

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