viernes, enero 26, 2007

Asfixia



“Admiro a los adictos. En un mundo en el que todo el mundo espera un desastre ciego y arbitrario o una enfermedad repentina, el adicto tiene la tranquilidad de saber con toda probabilidad lo que le espera al final del camino. Ha asumido cierto control sobre su destino final y su adicción evita que la causa de la muerte sea una sorpresa total. En cierta forma, elimina la incertidumbre de la muerte. Uno puede en efecto planificar su propia despedida"

Supongamos que usted es un tipo cualquiera. Bueno, ya lo es pero digamos que tiene un trabajo mal pago. Es posible que también le pase, en el caso de que tenga uno. Entonces digamos que la naturaleza del trabajo es actuar como campesino dentro de un parque temático que representa un pueblo del siglo XVIII. La cosa comienza a ponerse rara. Ahora, que es hijo de una hippie art-terrorista que fue condenada en varias ocasiones, y que usted creció con parejas diferentes de padres adoptivos, los cuales cambiaban en la medida en que su madre lo localizaba y usted volvía a huir con ella, hasta que era capturada por la policía y así consecutivamente. Dudo que le haya pasado pero mejor no me meto con su madre. Ahora, digamos que usted es un adicto al sexo y que asiste con cierta regularidad a terapia de grupo, aprovechando para follar en los baños con alguna compañera de terapia. Menos probable, todavía (es posible que leer blogs tenga alguna relación directamente proporcional con la monogamia, o peor todavía, con la falta de compañera, o compañero sexual). Ahora, que para lograr completar el pago mensual del asilo donde vive, o muere, su madre, usted finge que se asfixia comiendo en restaurantes costosos, para que la persona que lo salve sienta que es responsable de su aburrida vida y le done dinero con regularidad. Apuesto a que no se le había ocurrido pero lo compilo a que no lo haga. No sé en Estados Unidos, pero acá nadie se ofrecerá a salvarlo.


Y, si para terminar de joder las cosas, termina de amante de una doctora del asilo que lo convence de una inimaginable cantidad de barbaridades, y su mejor amigo y usted, y todos a su alrededor, terminan frenopáticos o abiertamente desquiciados y usted no termina de comprender que pasa, mientras la mierda se va acumulando en su intestino grueso sin poder evacuarla, logramos, entonces, hacernos una idea de lo que transcurre en la mente de Victor Mancini, personaje principal de Asfixia.

Sin ser el libro mas brillante de Chuck Palahniuk - cuyo primer libro, “el club de la lucha” (Fight club, para los anglófilos) se convirtió en best-seller – en Asfixia, nuevamente, muestra el rostro desfigurado del American way of life, no otra cosa que una cloaca inmunda que hiede a mierda, sangre y semen, ensamblándolo con imágenes impactantes, sino chocantes, y un ritmo acelerado, lineal pero con un par de giros brutales. Se logra leer de un solo tirón, si no tiene mejor cosa que hacer, como masturbarse.


2 comentarios:

Unknown dijo...

mierda, sangre y semen???
es decir que huele a vida? a crudeza? a la no objetividad de un frio bisturi?
pues nada, que no me parecio tan lleno de sentimiento ni tan objetivo como para llegar a definirlo de esta manera. se me antoja un tanto caricaturesco (un comic normal), melancolico y lleno de realidad objetiva unicamente subjetiva

como diria yotas pa no dar tanta lata: es una mierda, pero de esa mierda uno no saca abono

Lanark dijo...

Bueno, ¿no?

En mi opinión, Pahlaniuk va mucho más allá de denunciar lo torcido del verdadero "american way of life", o chillar amargamente como una nenita porque sufrimos mucho en esta vida.

En sus historias, siempre hay una manera de trascender la degradación sumergiéndose en la degradación. Son la historia de un viaje iniciático donde los personajes se hunden tanto en la infamia de su condición humana que llegan a la raiz y origen de toda conciencia, donde la infamia y la degradación dejan de tener sentido.

Pero habrá a quien le guste sólo el comienzo, la parte donde simplemente comienzan a hundirse, sin llegar al paroxismo de su hundimiento, ni a la subsiguiente conciencia extendida.