jueves, junio 29, 2006

Elseworlds


El primer comic que compré, ya hace años, fue un grueso número de Batman llamado “la hermandad del murciélago”, en el que, en un universo alternativo postapocaliptico, Batman ha muerto y caos se ha tomado Gotham. Sin embargo de su amancebamiento con la descendiente de Ra´s Al Jul (para mejor referencia, el villano de Batman begins) ha tenido un hijo, y este decide enfrentar a su abuelo y, al igual que su progenitor, combatir el crimen en la ciudad. Historia mediocre. Comprendí entonces, y leí después, que el sello Elseworlds (Otros mundos) contaba historias alternativas del universo DC, en un intento de la casa por organizar la constelación de superhéroes después de la Crisis en las tierras infinitas y la desaparición del Multiverso. Así pues, Elseworlds permitía contar historias que no transcurrían en la continuidad de sus respectivos personajes, algunas de las cuales, como Kingdom Come, se han hecho legendarias.
Batman & Drácula: Lluvia roja, escrita por Doug Moench y Kelley Jones y dibujada por Malcolm Jones III, se enmarca dentro de ese escenario, además de añadir otro clavo al sobreexplotado género de los Vampiros: una Gotham victoriana, muy al estilo de las películas de la Hammer, se ve plagada por una nueva amenaza, el mismísimo Drácula que ha decidido emigrar con sus huestes de vampiros a la ciudad. Batman, entonces, se va convirtiendo en un real murciélago, dejando de operar de día y enfrentando al Mal encarnado, bajo la tóxica lluvia roja que cubre la ciudad.
La historia fue concebida como una trilogía: Red Rain, aparecida en 1991, Bloodstorm en 1994, y Crimson Mist en 1999. Aunque sólo en el primer numero aparece Drácula, no se evitó usar su nombre para las siguientes apariciones. Como suele pasar, especialmente en el cine, las secuelas no logran superar la primera historia, menos aun cuando la primera no logra la exquisitez de otras historias de Batman. A pesar de la sangre que desbordaba algunas paginas, de la extraña amalgama entre estas dos figuras nocturnas, y de lo claustrofóbica, asfixiante y pesadillezca que pueda resultar la historia, esta se vislumbra, en ocasiones, larga y lenta. De todas maneras entretenida, como si lo lenta fuera un valor agregado.

viernes, junio 23, 2006

Arma X

Hace años un amigo me cambió una malísima revista de comics gore, muy apropiadamente llamada Mal Gusto, por un comic book llamado Weapon X (Arma X). En esa época no era muy fácil conseguirlo comics, además Arma X era una buena revisión del génesis de Wolverine, el mas famoso de los X Men.
Los X Men fueron creados a comienzos de los años 60 por Stan Lee y Jack Kirby, reflejando la tensión racial de la época y aludiendo tanto al activismo violento de Malcolm X (Magneto), como al pacifismo militante de Marthin Luther King (Charles Xavier). La historia no tuvo mucho éxito hasta la llegada del guionista Chris Claremont, a comienzos de los 70, quien renovó los personajes y les dio un matiz más realista, dentro de las posibilidades de la historia, claro esta. Sin embargo Wolverine no perteneció a los X Men sino hasta mediados de los 70, apareciendo inicialmente en las paginas de Hulk y, después de pasar por las manos de Claremont y el celebérrimo Frank Miller, convirtiéndose en el modelo del antihéroe en los comics de la casa Marvel, el equivalente mutante de Chuck Norris y Charles Bronson antes de la llegada de la era Reagan y la aparición de los tipos musculosos llenos de armamento tipo John Rambo (Cable o the Punisher).
Todos conocen a Wolverine. El enano peludo con garras de un ficticio mineral indestructible llamado adamantium, de mala actitud y vestido con un glamoroso traje de spandex amarillo y azul. Arma X, sin embargo, es la historia del personaje cuando aun era un agente encubierto, alcohólico y autodestructivo, y es secuestrado para experimentar con él, hasta que logra liberarse y hace una puta masacre.
Barry Windsor-Smith hace un trabajo soberbio, ya que escribe una sangrienta historia sicológica y dibuja y entinta viñetas repletas de detalles que no se revelan a la primera lectura, logrando una densa obra por fuera de los estándares de moderación y violencia visual del Comic Code.

jueves, junio 15, 2006

Arkham Asylum


“Una casa seria sobre una tierra seria” Batman, creado por Bill Finger y Bob Kane en 1939, representa, dentro del ámbito superheroico, al arquetipo del millonario misógino y esquizofrénico que un buen día se levanta y dice “voy a combatir a los villanos” vestido de kevlar y spandex, que tan bien copió Iron Man (en acero) y otros cuantos millonarios. Sin embargo Bruce Wayne (o Bruno Díaz, como lo llamaron en la traducción de la versión televisiva protagonizada por Adam West) es uno de los pocos personajes de comics vigentes que, a pesar de su uniforme, conserva el estilo de héroe pulp como, de nuevo, Doc Savage, the Shadow, the Phantom, the Bat, mas directamente, o Sherlock Holmes, gracias a sus habilidades deductivas, y justamente representa la antitesis de Superman: Batman es un humano que, gracias a un trauma de la niñez y a una inmensa riqueza, termina convertido en héroe, detective, inventor y comandante. Totalmente exento de superpoderes, Batman es una sombra incómoda a Superman. Aunque en sus comienzos mataba a sus enemigos, y Wayne era un sofisticado y maduro industrial, el personaje se convirtió en un aterrador y sombrío vigilante que evitaba el uso de la violencia extrema y Wayne en el excéntrico playboy de Gotham.

Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth, el trabajo conjunto de Grant Morrison, practicante de la Magia del Caos y uno de los guionistas mas reputados de la escena, y Dave McKean, de quien he hablado anteriormente, es la exploración en el subconsciente de Batman y su descenso al infierno que representa el Asilo Arkham, celda y hogar de todos los dementes capturados por él durante su larga cruzada contra el crimen. La historia se desarrolla en dos arcos argumentales: en el primero se relata la historia del siquiatra Amadeus Arkham, la causa de la demencia de su madre y el brutal asesinato de su esposa y su hija por el peligroso asesino serial Mad Dog, al cual había entrevistado; su propia enajenación y la fundación del asilo, de donde fue el primer paciente. Simultáneamente cuenta de la toma del Asilo por parte de pacientes, encabezados por Joker, quienes demandan la presencia de Batman – te queremos a ti, aquí, con nosotros, en el manicomio. Donde perteneces – convirtiéndose en un viaje terrorífico dentro de la locura de los pacientes, y del propio Batman.

Es un mal viaje en formato de novela grafica de culto de altísima calidad, “una historia de horror psicológico y de secretos que reverberan a través de tiempo”.

Una imagen extra: Contraportada de Batman, Blanco y negro, por Alex Ross


jueves, junio 08, 2006

Paz en la tierra


Superman no me cae bien. Ya saben, el Hombre de Acero, el defensor de establishment norteamericano, líder de la Liga de la Justicia y demás mierdas. Es posible que sea por mi desprecio a las figuras de poder. Desde su aparición en Action comics, hace 68 años, marcó la desaparición de los viejos héroes pulp, como Doc Savage o the Shadow, y la aparición de los superhéroes que adquieren sus poderes por genética, por obra y gracia divina o de la radiación, porque vienen de otro planeta o de algún absurdo universo paralelo. Entonces todo se jodió: los héroes habían dejado de ser mortales humanos.

Paz en la tierra, escrita por Alex Ross y Paul Dini, es la historia de Superman en plan Che Guevara: el Hombre de Acero descubre que hay gente desnutrida en la tierra y decide hacer algo por ella. Entonces dedica todo su poder, no para patearle el culo a unos cuantos absurdos villanos que seguramente resucitarán veinte capítulos después, sino para paliar el hambre en el mundo, cosa no muy usual entre los superhéroes ni entre los políticos. Pero termina enfrentándose a personas que no desean su ayuda, el despótico dictador asiático, el grupo de activistas que lo consideran un invasor extranjero y militares como los de acá, que no les importa el sufrimiento de su pueblo. Deprimido y derrotado, reflexiona sobre el hecho de que acabar el hambre es un descomunal trabajo, aun para un superhombre.

Paz en la tierra hace parte de una colección de cuatro números especiales, que también incluye a Batman, Wonder Woman y Shazam, dedicados a los principales iconos de DC. El increíble trabajo de Ross, que se caracteriza por ser hiperrealista y utilizar diversas técnicas pictóricas, es suficiente para hacer valer la pena este comic book. El argumento escrito por Dini, nostálgico y reflexivo, va mucho mas allá del discursito de reina de belleza a favor de los pobres del mundo.

viernes, junio 02, 2006

Fabulas de Bosnia


“La traición, el desmoronamiento y el caos de nuestro país, la difícil situación en la que se ve arrojado nuestro pueblo, la guerra de Bosnia y Herzegovina, el exterminio del pueblo serbio y mi propia enfermedad han hecho que mi vida ya no tenga sentido, y por ello he decidido liberarme de la enfermedad, y sobre todo, de los sufrimientos causados por el ocaso de mi país; de este modo permito que mi organismo agotado, que no soportaba todo esto, descanse”. Esta fue la nota suicida de un ciudadano serbobosnio que fue recogida por el escritor austriaco Peter handke, y refleja la brutalidad de un conflicto iniciado el ya lejano 6 de abril de 1992, cuando comenzaron las hostilidades entre las diversas facciones de la ruinosa Yugoslavia poscomunista, y, casi cuatro años después, había cobrado la vida de doscientas mil personas y desplazado a dos millones mas.

Dedicado a su amigo Ivo Dtandeker, periodista asesinado, TBC, seudónimo de Tomaž Lavrič, escribe y dibuja un denso comic book donde explota las diversas facetas del conflicto, donde un avión de combate que despega de un portaaviones enlaza diversas historias, desde la de una familia de musulmanes desplazados mendigando hasta la hipocresía de los acuerdos políticos, un pitbull alimentado con restos humanos de un campo de prisioneros y fanáticos de Metallica compartiendo tragos y marihuana a ambos lados de las trincheras, la alucinación del yonqui y el inocente juego de un grupo de niños, con un maniquí, exponiéndolo a las balas de los francotiradores entre las ruinas de Sarajevo.

A pesar de su dibujo, brutalmente simplificado, no es un comic sencillo. Es duro e intensamente conmovedor, reflejando la barbarie del conflicto, y en general, de todos los conflictos bélicos, como un estrato subyacente y sin tener la necesidad de usar imágenes explicitas.